domingo, 24 de febrero de 2013

Dependiendo de TI


"Bendito sea Jehová, que oyó la voz de mis ruegos. Jehová es mi fortaleza y escudo; en Él confió mi corazón y fui ayudado, por lo que se gozó mi corazón, y con mi cántico le alabaré". 
Salmos 28:6-7

¿Cuántas veces nos hemos sentido frustrados y hasta solos, ante la necesidad de una respuesta de Dios en situaciones adversas? Hemos orado y orado y parece que nada acontece, sentimos que Dios no nos oye, no nos atiende. Esas situaciones muchas veces hacen que nuestra fe flaquee, que nuestra frustración nos aleje de Dios. 

Bien nos decía Santiago que la prueba de nuestra produce paciencia; y es que como seres humanos que somos necesitamos aprender a confiar en Dios con todo nuestro corazón. Saber y creer que Él está con nosotros en todo tiempo, en toda circunstancia, en todo lugar, es importante porque aprenderemos a vivir por fe. 

Dependencia. Es a lo que no estamos acostumbrados como hombres. Pensamos que tenemos la libertad para hacer lo que mejor nos parezca y que no necesitamos la ayuda de nadie para tomar decisiones. Nuestra naturaleza nos impide que seamos dependientes de Dios de manera natural.
Cuando nacemos, vamos creciendo y necesitamos de ayuda para comer, para vestirnos, para caminar, para hacer todas las cosas, mas conforme vamos creciendo, aprendemos a desenvolvernos individualmente y llegamos a pensar que no necesitamos de más nadie. Esa actitud independiente que por naturaleza tenemos nos impide que confiemos en Dios a plenitud.

Lo que Dios quiere, es que dejemos guiar nuestros pasos de la mano de Dios. Él sabe qué es lo mejor para nosotros, Él sabe que es lo que más nos conviene. Confiemos en su Palabra, creamos en sus promesas y viviamos para servir y alabar a Dios, porque Él nos ayudó en todo tiempo.

viernes, 1 de febrero de 2013

Hasta aquí me ayudó el Señor!

¿Cuál es nuestra reacción cuando te encuentras frente a una dificultad o problema?

Con certeza, muchos de nosotros nos afligimos, vivimos preocupados, viendo el lado más complicado de las cosas y nos olvidamos de aquello que hemos vivido, nos olvidamos de como Dios siempre fue fiel a su Palabra y él siempre está cuidando de nosotros. 


Cuando Dios había dado la victoria al pueblo de Israel contra los Filisteos, Samuel tomó una piedra y la puso entre Mizpa y Sen y la llamó "Ebenezer", diciendo hasta aquí nos ayudó el Señor.


Esta piedra tendría un significado muy importante para el pueblo de Israel, pues podían pasar los años, pero cada vez que el pueblo veía esa piedra recordaba las maravillas que Dios había hecho y la victoria que les había dado. Esto era un motivo de alegría, pues ellos sabían que hasta ese momento Dios les había ayudado y sabían que podían seguir confiando en aquel Dios poderoso de sus padres.


De igual manera, nuestras vidas deben tener siempre presente todas aquellas victorias que Dios nos ha dado durante nuestro vivir, pues a través de éstas podemos inyectarnos de fe y decir que Dios nos ayudó en otros tiempos en circunstancias difíciles, que él nos libró de tantas cosas y que ahora Él también puede hacer los mismos milagros que hizo antes.



Dios no cambia, Él es el mismo ayer, hoy y siempre y es fiel a su Palabra... Solo tenemos que creer, no dejar que los problemas o dificultades sean los monstruos que nos impiden avanzar, por el contrario, veamos los problemas siempre teniendo en nuestros corazones aquello que Dios ha hecho por nosotros y sabiendo que en Cristo somos más que vencedores...