
Ante esto, ¿Qué será, entonces, de nuestras vidas? ¿Cómo podremos sobrellevar todo aquello? El apóstol Pedro nos enseña en el capítulo 5, versículo 8 de su primera Carta, que seamos sobrios y velemos, porque nuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar. Es evidente que enemigo está viendo la manera de hacernos caer y que nos sintamos derrotados.
Asimismo, Santiago señala en su epístola: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo y huirá de vosotros”. Es decir, cuanto más dependamos y busquemos de Dios, nuestro espíritu estará lleno de la presencia de Dios y nuestra carne no nos dominará. Mucho tiene que ver la actitud que tomemos cada uno de nosotros, ya que es necesario que aprendamos a tener una disciplina en nuestras vidas y no nos dejemos vencer por el cansancio, flojera u otras prioridades que se presenten en nosotros.
Cuando la oración, ayuno y estudio de la Palabra se vuelven disciplinas espirituales determinantes en nuestras vidas, nuestro espíritu se alimenta y nuestra carne comienza a menguar; resistimos al diablo y éste huye. De esta manera aprendemos a tener un corazón perfecto conforme al corazón de Dios. Perfección hace referencia a integridad, un corazón apartado para Dios, dedicado y entregado a Él. En 2 Crónicas 26-.9 dice que los ojos del Señor contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él. Seamos esos hombres que Dios está buscando, y aprendamos cada día a vivir de manera íntegra para el Señor, con un corazón apartado y rendido completamente a los pies de nuestro Redentor.
Una cosa tenemos que tener en claro, y es que siempre viviremos adversidades y que nos veremos enfrentado a situaciones que confrontarán nuestra fe e identidad; mas por encima de todo ello tenemos que estar y permanecer firmes en nuestro sustentador, Jesucristo, buscando que agradarle cada día, aprendiendo a depender completamente de Él. De esta manera, el enemigo huirá de nuestras vidas y el poder de Dios se manifestará sobre nuestras vidas sobrenaturalmente. Es posible, pues, todo lo podemos en Cristo que nos fortalece; todo por Él, en Él y para Él. Sin Él nada somos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario