viernes, 1 de abril de 2011

Maravillosa gracia, grande salvación

By Walder Bichof

Creo que aún no hemos sido capaces de comprender el tamaño del beneficio que recibimos del Señor Dios a través de su hijo Jesucristo de Nazaret; aún nos falta comprender la dimensión del significado y de la importancia.

Como Jesús dijo: “La salvación no era para los buenos, sanos o aún los religiosos que van a la iglesia, que frecuentan los cultos como justos irreprensibles, hombres por encima de cualquier sospecha. Eran los fariseos y escribas de aquella época. El mensaje de Jesús llegó para aquellos que no se creían dignos de Jesús por motivo de su multitud de pecados y debilidades.

¿Serías capaz de manifestar en tu vida cuántas veces manifestaste el amor y la gracia recibida de Jesús en la vida de un hermano o incluso en una persona del mundo? ¿Cuántas veces estuvimos con las piedras en las manos listos para apedrear a un hermano que erró? ¿O aún, cuántas veces oramos al Señor para que el fuego de Dios caiga para quemar a los pecadores como hicieron los discípulos?

¿Dignos de Cristo? ¿Justos? Realmente eso es lo que no somos, eso es lo que intentamos imponer, la religiosidad activista que muchos cristianos viven dentro de las iglesias cuando hacen comparaciones con otros hermanos, etc., viviendo una gracia teórica y no práctica. Vamos a visitar nuestro interior, vamos a pedir al Espíritu Santo cavar en lo más profundo de nosotros para que nos haga reconocer la incapacidad de ser dignos de Cristo y justificado por lo que soy o hago; vamos a salir de lo teórico y entrar en lo práctico. Desde la época de Jesús había gente como hoy, creyéndose más santo, espiritual y que en verdad aún está esperando que la gracia acontezca en su vida y no la comprendió.

Un gran milagro se manifestó en nosotros. La intervención de Dios, a través de Jesucristo, reveló el gran interés de Dios en amarnos de manera tan agraciada, amarme a pesar de ser tan malo, cruel, débil y pecador.

Salmos 144.3 dice: “¿SEÑOR, que es el hombre, para que lo conozcas; y el hijo de hombre para que lo estimes?”

Solamente alguien que tiene otra visión de amor y misericordia nos podría tratar así. Apenas el corazón de Dios es grande de esta manera. El gran Dios del universo manifestó a Su Hijo a nuestro favor, para poder relacionarse con nosotros, independiente de nuestros errores y pecados.

No somos justos porque leemos la Biblia o frecuentamos la iglesia, no somos dignos porque ayunamos u oramos. Somos justos y dignos de Cristo por cuenta del propio Jesús. Nosotros nada hacemos, solo recibimos. En la obra de la gracia de la salvación, todo fue hecho por Dios sin ayuda del hombre. No hay méritos en nosotros para nada.

¿Pues, qué diremos ahora? Gracias Dios, gracias Jesús, gracias Espíritu Santo. Te agradezco por tu amor, bondad y misericordia. Reconozco que nunca sería capaz de alcanzar gracia a tus ojos, mas te alabo porque la gracia llegó a mí por tu grande amor. Enséñame ahora a manifestar esta misma gracia en la vida de mi familia, hermanos y amigos.

Gloria y honra al único DIGNO y JUSTO, JESUCRISTO DE NAZARET.

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